"Allí vieron el templo en ruinas, el altar profanado, las puertas incendiadas, en los atrios crecía la maleza, como en el bosque o en el monte y las habitaciones estaban destruidas" -Mac, 4,38
Un judío, inspirado por el diablo, profana una imagen de la Virgen |
Un templo (ya sea una iglesia, una mezquita o una sinagoga) se suele considerar un refugio seguro contra el mal, y es el lugar a donde acudirán muchos jugadores acosados por demonios u otras criaturas irracionales o, simplemente, la brujería. Esta creencia se refleja de varias maneras en Aquelarre: en un principio, se supone que todos los templos están bajo el el efecto del ritual de la Fe Sacralización Perpetua, que entre otros cosas, impide entrar a cualquier criatura irracional malvada que posea menos de 200 en IRR. Por otro lado, aunque en las reglas de la Tercera Edición no se ha incluido, en el suplemento Grimorio se señalaba que los lugares sagrados podían imponer un malus a los hechizos de Goecia que se tratara de lanzar mientras se estuviera en su interior. Otros factores pueden servir de protección adicional contra la magia negra: si el templo guarda una reliquia poderosa, la IRR requerida para que un demonio o criatura malvada pueda acceder a él puede aumentar a juicio del director de juego.
Pero hay formas de profanar un templo, con lo que perdería su estatus de lugar sagrado. La más evidente es el uso de la magia negra, pero no todos los hechizos goéticos provocarían este efecto: usar Lámpara de Búsqueda para buscar oro y plata, por ejemplo, no afectaría así a una iglesia. La lista de conjuros que desconsagran un recinto son:
-Morada Maldita
-Oración Oscura
-Oración Oscura
-Invocar Demonios Elementales
-Aquelarre Menor
-Misa Negra
-Gran Aquelarre
Además de maleficios e invocaciones de maiga negra, se pueden recurrir a métodos más mundanos para profanar un lugar sagrado. Según las leyes medievales, existen tres clases básicas de actos sacrílegos que pueden afectar la santidad de un lugar: el robo, el sexo o la violencia.
-Latrocinio: Hurtar una bolsa en el transcurso de una misa es un sacrilegio, pero no basta para profanar un templo. Para ello es necesario robar en el sagrario, el lugar donde se guardan las sagradas formas y los objetos rituales. Por ejemplo, una acusación habitual contra los judíos era que robaban las hostias consagradas para usarlas en sus rituales
-Violencia: Tampoco una simple pelea a puñetazo limpio afecta al templo, aunque suponga violar la paz de la iglesia. Es necesario derramar sangre, literalmente. Destrozar imágenes sagradas también se considera profanación.
-Sexo: El altar es el centro del templo y realizar un acto impuro en él lo afecta. Por ejemplo, fornicar sobre él.
Todas estas consideraciones implican no solo que los PJ deben mantener un comportamiento adecuado si quieren gozar desde la protección divina, sino también que no se puede dar esa protección divina por garantizada. Es posible que la ermita, oratorio o mezquita en el que entran a trompicones los PJ para atrincherarse ante un ataque de engendros demoníacos, haya sido desconsagrada de alguna forma, y que la única protección que pueda ofrecer sea la de sus muros.
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