Las reglas de curación son duras. Personalmente me gustan, porque hacen que los jugadores se lo piensen antes de lanzarse a un combate del que pueden salir malparados, pero éstos a veces se quejan de que dos cuchilladas les obliguen a reposar un mes. Quizá están acostumbrados a otros juegos, como AD&D, que ni siquiera tienen reglas de secuelas y se recuperan de heridas graves en pocos días en el raro caso de que no se tengan a mano pociones de curación o un clérigo servicial dispuesto a murmurar hechizos sanadores. En cambio, la magia curadora es muy escasa en Aquelarre: solo existe un hechizo de vis 2, Bálsamo de Curación, que permita recuperar puntos de vida pero solo 1D3 y, lo que es peor, únicamente se puede aplicar una vez al día. Es por eso que quiero sugerir otra opción: el unguentum armarium o ungüento de armas. En realidad, este remedio no se remonta más allá del siglo XVII, pero creo que lo encontrarán muy útil los personajes del siglo XIV. En la "Historia de la estupidez humana" de István Ráth-Vegh, se puede leer que la pomada se fabricaba con "la grasa de un jabalí, de un cerdo macho casero y de un oso macho, media libra de cada animal. Había que recoger gran número de gusanos de tierra, ponerlos en un puchero tapado y quemarlos hasta que reducirlos a polvo. Del polvo de gusanos, se tomaba entonces lo que llenaría tres cáscaras de huevo, y después se le añadía musgo de cráneo, reducido este al tamaño de una nuez mediante sucesivas presiones de los dedos. El musgo debía provenir del cráneo de una persona ahorcada o condenada a la rueda. Luego, había que tomar cuatro onzas de piedra de sangre y seis onzas de madera santalácea; mezclarlo todo con la grasa mencionada". Luego se mezclaba con vino y el ungüento estaba listo.
Lo curioso es que debía aplicarse sobre el arma que había provocado la herida, y no sobre la herida en sí. Esto se debe al principio de simpatía de la magia que mantiene que dos objetos que hayan estado en contacto siguen unidos mediante un vínculo sobrenatural y en este caso el eslabón que une al herido con el arma en su sangre, porque la receta indica incluso que la hoja debe cubrirse con el ungüento solo hasta donde se haya hundido en la carne, lo que invita pensar que solo se aplica a armas de filo o punzantes. Este rasgo tan original hace del hechizo algo distinto de una simple versión de Bálsamo de Curación y es lo que me ha animado a redactar este nuevo conjuro:
Ungüento de Armas (hechizos Vis 2)
Unguentum Armarium
Ungüento, magia blanca de origen alquímico
*Caducidad: 2D3+6 días.
*Duración: permanente
*Componentes: media libra de grasa de jabalí, de cerdo macho casero y de oso macho, gusanos de tierra, musgo de cráneo de una persona ahorcada o condenada a la rueda. Cuatro onzas de piedra de sangre y seis onzas de madera santalácea y vino.
*Preparación: Se cogen los gusanos en un puchero tapado y se queman hasta reducirlos a polvo del que se toma lo suficiente para llenar una cáscara de huevo tres veces y se le añade el musgo formando una bolita del tamaño de una nuez que se arroja al vino junto con una mezcla de las diferentes grasas, la piedra de sangre y la madera santalácea.
*Descripción: si se frota en la hoja de un arma punzante o cortante y se activa el hechizo, se tirará después por su daño base. La última persona que haya sido herida con este arma recuperará tantos PV como marque el dado, pero nunca más de lo que le haya hecho el arma con su último golpe. De esta manera, si una espada le causó 5 PV, no podrá curarse más, aunque saque la tirada máxima en el 1D8.