martes, 27 de septiembre de 2016

Un viaje encantador

Este hechizo, que consta en los archivos inquisitoriales, permite a un mago invocar a un caballo mágico con el que podrá desplazarse hasta a cien leguas de distancia y volver al punto de partida, todo en una sola noche, aunque no tiene que regresar si no lo desea. 

Montura hechizada (Vis Quarta)
Maleficio, magia blanca
Duración: una noche. 
Componentes: sangre de murciélago, pluma o cálamo, una ermita, el freno de un caballo. 
Preparación: una hora antes de que se ponga el sol, el mago debe acudir a una ermita situada en un lugar despoblado y escribir en la puerta con sangre de murciélago estos tres nombres: "Anphia, Gepia, Detari". Después debe marcharse y regresar cuando sea de noche, provisto del freno, y en la puerta de la ermita encontrará al caballo, en todo semejante a un animal normal, aunque en realidad es una bestia demoníaca. El mago deberá ponerle el freno y montarlo diciendo: "¡Conjúrote caballo, por la Santísima Trinidad, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo en un solo Dios verdadero, nuestro Señor Jesucristo que nació de la Virgen Santa Maria, la cual parió sin dolor quedando ella virgen antes del parto, que tú me lleves sano y salvo andando por tierra y sin daño de mi ánima y de mi cuerpo! Amen".
Descripción: El caballo partirá al galope a la localización deseada, sin necesidad de ninguna tirada de Montar, y el mago llegará en apenas unos instantes, sin que importe la distancia siempre que se encuentre a cien leguas o menos. Una vez allí, el caballo esperará al jinete hasta la salida del sol para llevarle de regreso. Si no acude antes de que finalice el plazo, desaparecerá,y lo mismo si es atacado. Si el mago espera demasiado para subirse a la montura y el amanecer es inminente, el Director de Juego puede obligarle a realizar una tirada de Suerte para no quedar a medio camino.  Bajo ningún concepto el jinete podía santiguarse ni nombrar ningún otro nombre divino, en presencia del animal.Si saca una pifia, el animal le llevará a cualquier localización peligrosa (a elección del DJ) y le abandonará allí

jueves, 1 de septiembre de 2016

Cazador de brujas

Los cazadores de brujas son bastante conocidos en países del norte, como Inglaterra, donde no existía una Inquisición que se ocupara de los adoradores del diablo, así que esta responsabilidad recaía en las autoridades locales, así como en los entusiastas pueblerinos que recurrían a estos "peritos" para hallar a los culpables. Como su palabra era considerada prueba suficiente de brujería, sin tener que pasar por un tedioso tribunal,  los procesos eran mucho más rápidos y las condenas a muerte mucho más comunes que en España, donde la Inquisición solía imponer penas menores, como el destierro o el ingreso en un monasterio para las mujeres que realizaban prácticas supersticiosas.

Pero en la península ibérica se daban casos también ejemplos de este tipo de sujetos, a los que se denominaba "conocedores de brujas", y a los que se les suponía un talento especial para reconocerlas. Muchos eran salutadores, profesión que aparece en el suplemento Ars Malefica y que es una especie de cruce entre un santón y un mago blanco que se dedica a curar a enfermos y a endemoniados y que se especializa en lanzar los llamados Conjuros de Abad. Algunos de estos sujetos también contaban entre sus poderes el de percibir la presencia de brujas. Los llamados "conocedores de brujas" no tenían que lanzar ningún conjuro como Intuir la Magia para conseguirlo: simplemente sentían una especie de reacción visceral cuando se encontraban ante una hechicera

Un ejemplo de ello es Andrés Mascarón, un salutador de principios del siglo XVII, que fue detenido e interrogado por la Inquisición después de que en el pueblo de Bielsa (Huesca), los lugareños ahorcaran a cuatro mujeres por brujas y una quinta fuera desterrada. La única prueba había sido su palabra. Un testigo de los hechos le preguntó cómo podía saberlo y él le explicó que "en viendo la que era bruxa se le encendían las carnes, y más cuanto más antigua lo era".

La inquisición no tenía una posición muy firme hacia lo que parecía una superstición más, pero parece que llegaron a emplear a alguno de estos "conocedores de brujas" cuando investigaban rumores de brujería por considerar su habilidad un "don de Dios". La gente, desde luego, creía en ellos: bastaba que se supiera que uno "conocedor de brujas" rondaban por los contornos para que las hechiceras se esfumaran, lo que no dejaba de ser una prueba de culpabilidad. Muchas no podían volver jamás a sus casas. 

Dado que se trata de un don innato, se le considera un Orgullo,y no una profesión.

Conocedor de Brujas (+4)
Prerrequisitos: no
El personaje es capaz de saber si cualquier persona es brujo (personaje que puede lanzar hechizos) con solo verlo. La sensación es parecida a la de un ardor de estómago, más fuerte cuanto más poderoso es el sujeto.